Como en anteriores números de esta
Revista de Información y Cultura, vuelvo a escribir sobre Rafael Zabaleta. En
esta ocasión me referiré al origen y el destino de dos obras del pintor ya
catalogadas, pero poco conocidas: “Retrato de Visi” (1941, 95 x 76
cm.) y “El taller del pintor” (1941, 105 x 75 cm.).
Investigando la primera de
estas dos obras, he podido contactar con una sobrina de Visi, la chica
retratada por Zabaleta, y así conocer de primera mano la personalidad de la
modelo y la relación entre pintor y modelo, lo que al mismo tiempo me ha
permitido un acercamiento al segundo tema de este artículo: la relación de
Zabaleta con las mujeres. Si lo que valoramos, como sería lógico, es la enorme
obra pictórica de Rafael Zabaleta, es este un asunto sin duda intrascendente,
pero que ha dado lugar a varios comentarios poco respetuosos y que en nada
contribuyen a la dignidad que merece la memoria del artista. Lamentablemente
algunos de esos comentarios se han transmitido en letras de imprenta y han
desencadenado juicios y valoraciones sin fundamento.
“Retrato
de Visi” y “El taller del pintor”.
El 23 de noviembre de 1942, hace ahora
75 años y en plena II Guerra Mundial, Rafael Zabaleta, con 35 años de edad,
inauguraba en la Galería Biosca de Madrid su primera exposición individual, en
la que mostraba veinte óleos y dos acuarelas.
Dos de esos óleos eran “Retrato de Visi”
y “El
taller del pintor”, que Zabaleta vendió al entonces Embajador de Japón en
España, Yakichiro Suma, quien los adquirió por 1.500 pesetas cada uno[1].
Yakichiro Suma[2]
(1892 – 1970) fue académico fundador de la Academia Breve de Crítica de Arte
creada por Eugenio D’Ors, y a la que tan vinculado estuvo Rafael Zabaleta[3].
Amante del arte, el embajador Suma consiguió en España una importante colección
de 1.800 obras, de las cuales pudo llevar a Japón al menos 500, que hoy
conserva el Museo de Arte de la Prefectura de Nagasaki.
Lamentablemente no disponemos
de fotografías en color ninguna de las dos obras de Zabaleta adquiridas por
Suma. El conservador del Nagasaki Prefectural Art Museum, Akira Nonaka, me ha confirmado
que ambas figuran en la relación de la colección Suma con los números 808 y 807
respectivamente, pero ninguna de ellas se conserva en dicho museo, y aún no las
he podido localizar en ningún otro centro artístico ni colección particular.
Cesáreo Rodríguez-Aguilera cuenta
que Zabaleta «vendió un cuadro al Embajador de Japón,
precario éxito que a él le satisfizo mucho. Años después, finalizada la segunda
guerra mundial, Zabaleta encontró el cuadro en un puesto de venta del rastro de
Madrid, con su firma sustituida por la de Matisse. Es posible que a estas horas
el cuadro de Zabaleta figure en alguna colección o Museo como original del
pintor francés»[4]. Ignoro
a cuál de los dos cuadros vendidos al Embajador se pueda referir
Rodríguez-Aguilera, pero la historia me parece en principio fantasiosa y poco
creíble si tenemos en cuenta que un coleccionista de arte como Yakichiro Suma
no se desprendería fácilmente de una obra de Zabaleta que además, como hemos
indicado más arriba, figura relacionada en su colección. Por otra parte, es
difícil pensar que alguien quisiera hacer pasar un Zabaleta por un Matisse,
dadas las diferencias notables entre las obras de ambos artistas y el hecho de
que Zabaleta ya se cotizaba bien y era muy conocido en los medios artísticos de
España.
Los óleos vendidos al señor
Suma aparecen reproducidos en el catálogo de la Exposición Antológica realizada
en homenaje a Rafael Zabaleta (Madrid 1961. Dirección General de Bellas Artes),
donde figura que “El taller del pintor” pertenece al Museo Zabaleta de Quesada,
lo que es tan inexacto como el título que le dan a la obra (“El pintor y la
modelo”) y la fecha de realización que le asignan (1940). Desgraciadamente, son
muchas las imprecisiones que se han publicado con respecto a la obra y a la
biografía de Zabaleta.
“El taller del pintor”, de
una impresionante profundidad, incluye en su ángulo inferior derecho una de las
más bellas maternidades de Rafael Zabaleta.
En cuanto al “Retrato de
Visi”, es una fiel imagen de Visitación Moré Esteban (1919 - 2007), una
muchacha a la que Zabaleta conoció en Madrid y con la que el artista mantuvo
una estrecha relación el resto de su corta vida.
Visi
Moré y Rafael Zabaleta.
La venta de la obra desagradó
enormemente a Visi, quien conservó otro retrato suyo a carboncillo (64 x 46
cm.), también de gran calidad. El pintor cordobés Pedro Bueno, en una carta
enviada a Zabaleta el 29 de diciembre de 1942, se refiere así a este hecho: «Me ha
telefoneado “Visi” y la pobre está un poco disgustada con la venta de su
retrato; yo ya le he dicho que lo más importante es que el pintor queda y puede
pintar otro y que puede estar orgullosa de que su retrato se vea un día
colocado en una galería del Japón, -en el fondo le gusta-.»
Visi Moré dirigió a Zabaleta
en 1953 la siguiente carta, que transcribo con la mayor fidelidad posible:
Vitoria
29/4/53
Queridísimo
Rafa: Recibí tu carta en la que veo estás bien de tu caída[5] en lo que me alegro
infinito. De lo que dices de la poesía que la guarde no me interesa guardarla[6] sólo guardo los
recortes de periódicos de uno que no lo olvido y que es un “rebelde” y ese es
Zabaleta. Me alegro infinito que estés libre como el pájaro como yo así no te
dejaría, no te parece? Dices en tu carta que esperemos yo te esperaré toda mi
vida sé que te vas a reírte; me gustaría verte la cara que pondrías parece que
te veo el gesto.
Ese mes
que viene sales de tu hermoso pueblo? Yo pregunto dónde vas? Si te acercaras
por esta con lo precioso que es las salidas tiene un campo precioso para pintar
creo te gustaría puesto que es montañoso y además vienen muchos pintores a
pintar por estas tierras y además siempre hay pintores que exponen sus obras; y además que te acompañaría yo a
llevar tus pinceles pero no creas que voy a estar en esta mucho porque estamos
esperando que nos terminen la casa de Madrid y pasaremos los inviernos y el
verano en esta, así es que te veré pronto, bueno nos veremos, no es eso?
Escribiéndote no sé ni lo que te escribo me acuerdo de tu primera exposición
que expusiste y de aquel “retrato famoso” y me muero; no quiero ponerme triste,
porque estoy muy contenta con tu última carta. Te quiere,
Visi.
Gracias a la generosidad de
Olga Granero Moré, hija de la pintora Matilde Moré, una de las hermanas de
Visi, he tenido acceso a dos manuscritos rimados fechados el 8 y el 9 de enero
de 1954 y firmados por “Ángel”, Ángel Mingote Lorente[7].
Ambos textos están dirigidos a Visi Moré, con quien Ángel acabaría contrayendo
matrimonio poco después, y hacen referencia a Rafael Zabaleta (texto en
negrita), de quien el autor se muestra claramente celoso. Como son bastante
extensos, transcribo solo unos fragmentos de cada uno de ellos:
Para Visi Moré. Improvisación.
¡Vaya,
vaya con la niña
tan
bonita y hechicera:
haber
venido a Madrid
para
quitarme las penas!
Por tu
caridad, mil gracias,
“vascorra”
y aragonesa
(doble
sangrecica tienes
de tesón
y de firmeza,
de
ternura y de bravura,
de
cabezona y guerrera).
--
Mas no vengas con mentiras
y no me seas coplera:
tú te quedas en Madrid
porque viene Zabaleta
y en tal
caso yo te digo:
de ti me
importa una breva,
pues soy
cual niño mimoso,
solo
quiero que me quieran.
Ángel.8-I-1954
Rimas bárbaras e improvisadas
Aquellos
ripios de ayer,
está
visto y demostrado,
os han
dejado muy frías,
apenas
os han gustado:
la alusión a Zaragüeta
y lo de
haber “arramblado”
con la
comida sobrante
a Pilar[8] no le ha llenado,
tampoco
a su hermana Visi.
¡Soy un
perfecto bellaco!
xx
Solo y
triste queda
este
rimador;
¿a él
quién dará el consuelo
de un
poquito de amor?
--
Ángel.
De la misma forma he conocido
un romance titulado “Secreto” y enviado a Visi el 25 de marzo de 1948 por
Antonio Martínez de Marigorta[9]
con la siguiente dedicatoria: «Para María Visitación, mujer
enigmática y de belleza exótica y extraña, que en una noche triste –noche de un
marzo sentimental- me dijo que no creía en el amor».
No podemos saber si el poema esconde alguna referencia al amor que Visi sentía
por Rafael Zabaleta, pero el retrato que
el poeta hace de ella contiene interesantes rasgos claramente coincidentes con
los que podemos observar en el retrato al óleo del pintor. Por ello he creído
oportuno transcribirlo a continuación:
Eternamente
asomada
en tu
mirador de ensueño,
tus ojos
están muy tristes,
embriagados
de misterios.
¿Cuál es
la pena escondida
que puso
lutos poéticos
en la
nieve de tu frente,
pensativa
de desvelos?
Ante ti,
la tarde huye
por ese
camino viejo,
lleno de
hastíos y brisas,
lleno de
soles y tedios.
Asomada
eternamente,
¿cuáles
son tus pensamientos?
¿Qué
dolor ha puesto heridas
en el
cauce de tus sueños?
Eternamente
asomada,
mientras
la seda del viento
juega a
besarte en la boca
y a
perderse en tus cabellos,
acaso
esperas con ansias
lo que
murmuran mis versos:
algo
grandioso, imposible,
algo
dulce, tenue, bello.
¡En la
pena de tus ojos
está
guardado el secreto!
---
Tus
palabras de una noche
-noche
de un marzo poético-
tenían
brillos de luna
y
perfumes de misterios.
Era
enigma tu mirada
y enigma
tu pensamiento:
“El amor
–hablabas triste-
es sólo
un presentimiento,
como el
humo que se extingue
al leve
empuje del viento”.
Luego,
te fuiste perdiéndote
entre
sombras y luceros,
por la
noche opaca y fría,
llevándote
tu secreto…
Eternamente
asomada
en tu
mirador de ensueños,
esperas
algo imposible,
desconocido
y eterno.
Y tu
mirada doliente
espía el
camino viejo,
quizá
soñando en ausencias,
quizá
soñando en regresos.
En el
fondo de tus ojos
está
escondido un misterio:
¿es la
ilusión que no llega
o es la
herida de un recuerdo?
Asomada
eternamente,
la brisa te finge besos.
Otras mujeres (Yvonne en
París, Marichu Moro en Almería, Inmaculada Montero en Granada…) mostraron su
interés personal por Rafael Zabaleta, y este siempre les correspondió a su
modo: con gran afecto, pero como un solitario tímido e impenitente nada
dispuesto a renunciar a su soledad y a su independencia.
Como señaló Enrique Azcoaga,
a Zabaleta «le encantaban las mujeres casi tanto como las temía,
por su manera de ser introvertida»[10]. Y
en la misma idea insistía Alfonso Cavallé, gran amigo del pintor, en estos
términos: «Deseaba Rafael tanto el matrimonio y al mismo tiempo tenía un miedo
cerval a dar ese paso. Nunca llegó a tener novia propiamente dicha»[11].
Ramón Descalzo Faraldo describió
así a Rafael Zabaleta: «… pintor de la Andalucía
alta, nativo de Quesada, juvenil en los años y ya a punto de cosecha en la
obra. Por si a alguno interesasen más datos, agregaré que la lectura, la caza,
el existir apartado en una casa de las montañas, la soledad como profesión y la
pintura como vida, terminan el retrato del hombre.»[12]
La “soledad como
profesión y la pintura como vida” de Rafael Zabaleta quedan igualmente de
manifiesto en estas palabras de Carlos Castilla del Pino: «La pintura de Zabaleta es el discurso
mantenido del solitario, y hace solitario a cuanto toca, esto es, a cuanto
representa… Lo que nos comunica Zabaleta con su plástica es la intrínseca
soledad del ser humano y, por tanto, de él mismo.»[13]
Ilustro finalmente este
trabajo con algunas fotografías de Visitación Moré que también me ha facilitado
su sobrina:
Visi joven en Vitoria - Visi y Ángel Mingote el día de su boda
Boda de Visi y Ángel Mingote. Junto a Visi, el famoso compositor Jesús
Guridi Bidaola, padrino de boda. A la derecha, con abrigo de pieles, la pintora
Matilde Moré. La niña situada en el centro es Olga Granero Moré, hija de
Matilde.
[1]
En su relación autógrafa de
obras, Rafael Zabaleta solía anotar con precisión el nombre de quien adquiría cada
uno sus cuadros y el precio de venta. En el caso de los dos óleos que nos
ocupan solamente aparece: «Japón 1.500».
Según se desprende de la citada
relación, entre 1937 y 1959 Zabaleta regaló como mínimo 22 óleos, y vendió
otros 73 por un montante global de 677.700 pesetas. El precio individual de las
obras oscila en esos años entre las 1.500 pesetas de las primeras ventas (1942)
y las 40.000 o 50.000 pesetas de algunas de las últimas (1958). Conviene
recordar que entre 1955 y 1960 el salario mensual medio de un trabajador osciló
entre las 9.600 y las 17.280 pesetas.
[2] Yakichiro
Suma (1892 – 1970), Embajador de Japón en España de 1940 a 1946, es conocido como el activo más importante de Kenpeitai
(servicio secreto de Japón) en Europa durante la II Guerra Mundial. Fue el
creador e impulsor de la red de espías TO, que llegó a tener operativos desde
el Reino Unido a la Unión Soviética, pasando por Irán ó la India. Toda esa red
de espías era dirigida por Yakichiro Suma desde la Embajada de Japón en Madrid,
valiéndose de sus actividades diplomáticas. Además, y utilizando sus contactos
diplomáticos en Lisboa, tejió una red de intercambio de informaciones con los
servicios de inteligencia de Alemania e Italia.
Enrique
Lafuente Ferrari (Recuerdo de Daniel
Vázquez Díaz en su centenario. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,
Alicante, 2011, nota 68, pág. 80) escribe: «Suma era un rico diplomático nipón
de familia distinguida: inteligente, afable y cordial, tuvo un gran papel en la
sociedad madrileña de aquellos años. Coleccionista empedernido, compró obras de
arte, especialmente pintura moderna y antigua, así como dibujos. Exhibía su
colección en el palacio de la Embajada, en la calle de Miguel Ángel, donde
recibía suntuosa y frecuentemente a artistas y escritores […] En cuadros
modernos sí tuvo mejor tino y creo que Vázquez Díaz, gran amigo suyo, le
aconsejó alguna vez en este campo: reunió una respetable selección de obras de
Daniel y de Solana, entre otros muchos pintores españoles.»
[3]
Es bien conocida la
participación de Zabaleta en los “Salones de los Once” organizados por la
Academia creada por D’Ors.
En su libro Historia de la Academia Breve de Crítica de Arte (página 52),
Manuel Sánchez-Camargo describe una de las reuniones de la Academia dorsiana
(1946) y escribe: «Desde nuestro mirador se divisa otro despacho –el destinado
a trabajos de filosofía- en el cual se hallan en amigable plática y en espera
de que termine la sesión: José Luis Aranguren, y Rafael Zabaleta. El primero es
el más entusiasta, y el más autorizado biógrafo, de la filosofía dorsiana…
Rafael Zabaleta es un asiduo en la casa del maestro…». Aranguren también
adquirió a Zabaleta su óleo titulado “Bodegón con cerámica y flores” (1947. 61
x 50 cm.). Posteriormente, el pintor le regaló un dibujo a tinta.
[4]
Zabaleta
de Quesada. Del pueblo a la Modernidad. Àmbit Serveis Editorials, Barcelona, 1990, pág. 123.
[5]
Se refiere indudablemente
al accidente que Zabaleta describe así a Eugenio D’Ors en una carta de
9-11-1952: «A mí me persigue la desgracia, pues el día del Pilar, al regresar
caminando del campo ya de noche, sufrí una caída y me fracturé en tres pedazos
el calcáneo del pie derecho.»
[6]
Es probable que la poesía a
la que Visi se refiere sea una composición que Zabaleta le dedicara, pues el
pintor ya hizo antes otro tanto en 1951 con Marichu Moro, a la que envió el
poema titulado “A una muchacha de Almería”.
[7]
Ángel Mingote Lorente (1891 – 1961), compositor
y musicólogo. Fue padre del famoso dibujante, escritor y periodista Antonio
Mingote (1919 – 2012), fruto de su matrimonio con la escritora Carmen
Barrachina.
[8] Pilar
Moré, hermana de Visi, a quien el autor de los “ripios” había calificado de «gran
maestra en recolectar las sobras de comidas y de cenas».
[9]
Antonio Martínez de
Marigorta (1924 – 2015) fue colaborador de la revista Vida Vasca de 1947 a 1960. En dicha publicación trató básicamente temas
de ambiente alavés.
[10] «Mi buen amigo Rafael Zabaleta»
en Zabaleta Homenaje, Diputación de
Jaén, 1984, pág. 32.
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