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LA PERIODISTA CUBANA ADELA JAUME ENTREVISTA A RAFAEL ZABALETA EN ABRIL DE 1955

 El 4 de abril de 1955, la periodista cubana Adela Jaume firmó en Madrid para Diario de la Marina una reseña sobre la exposición de Rafael Zabaleta celebrada en las Salas de la Dirección General de Bellas Artes.

Incluye en su texto una interesante entrevista al pintor, que aporta en sus respuestas datos relevantes para comprender sus inquietudes, su técnica, sus opiniones sobre la obra de otros artistas, etc.

Especialmente significativa resulta su respuesta a la última pregunta que le formula la periodista: «¿esos temas que usted desarrolla en sus cuadros encierran algún símbolo, tienen algún significado oculto?». Zabaleta responde sinceramente, pero elude con su cautela habitual entrar de lleno en el tema propuesto porque ya entonces se debatía sobre el polémico "significado social” de su obra de tema campesino. No obstante, no evita manifestar que «el artista… refleja lo suyo y también lo general», es decir, que su pintura no se limita a reflejar una temática perteneciente a su intimidad, sino también los movimientos sociales que el “pintor sismógrafo” detecta.

Conviene recordar que, en unas notas manuscritas aún inéditas, Zabaleta hablaba del “ingrediente poético” de la obra pictórica y señalaba que ese “ingrediente” debe aparecer en la obra en su justa medida, de tal manera «que esté presente, pero que no se vea». Sin duda, Zabaleta era plenamente consciente de que su pintura de tema campesino incluía un mensaje, ese “significado oculto” por el que la periodista cubana le estaba preguntando.

La reseña de Adela Jaume comienza así:

 

Rafael Zabaleta representa en estos momentos uno de los más vigorosos pintores de España. Muy dueño de sí, muy seguro de lo que hace, y más aún de lo que habrá de hacer. Desde el primer momento en que entablamos la conversación con él observamos su inquietud, escuchamos su hablar rápido de persona que posee una mente despierta y clara, comprendemos en fin que lleva una orientación cierta que lo habrá de conducir por rumbos bien definidos.

Este artista exponía, cuando lo entrevistamos, en una de las galerías del Museo de Arte Moderno donde también se encuentra la Biblioteca Nacional. Y demuestra tener, desde el primer instante en que entramos en contacto, ideas y argumentos que exponer, historia personal artística que relatar, y también juicios propios que decir. No exade la pregunta, por el contrario la solicita. Se sabe poseedor de un rico caudal de conocimientos y experiencias y desea, visiblemente, comunicarlo. Sobre todo, no vacila; y convencido de cuanto sustenta, es decir, de aquello a cuanto da calor porque es producto de su propia entraña, se complace en expresarlo hasta con cierta arrogancia, diríamos, si no fuera porque hemos advertido en él esa sencillez natural, clara y desenvuelta, que no teme revelar su pensamiento por propio y por sincero.

Dos cosas, sobre todo, lo retratan como un artista de rango: su despreocupación por el aspecto comercial de la obra artística y su respeto hacia toda manifestación del arte. Pinta cuando quiere, sin prisa y con absoluta libertad, porque no especula con el arte y vive, en cambio, de lo que producen sus tierras; por ello, se expresa como le parece, alimenta sus convicciones y no le preocupa la crítica si esta entraña una mal velada intención. Puestos sus ojos en nuevos modos de expresión que le bullen en lo íntimo de su ser, aspira siempre a renovarse, pero no para seguir huellas ajenas, sino para dar su propio tono, aquel que será limpia revelación de lo que lleva en el alma. Y nos dice con mucha franqueza cuando le preguntamos si cree que llegará a pintar conforme a los modos abstractos:

–Creo que la pintura abstracta es algo que tiene razón de ser; tiene su lógica y encierra una verdad, pero yo no la siento. Sin embargo, si usted separara algunas partes de mis cuadros vería que son de ese carácter.

Eso, en efecto, lo habíamos observado nosotros, y de ahí que le hiciéramos la pregunta.

 

Tras informar sobre la formación artística de Zabaleta y sobre su identificación con Quesada, la periodista continúa la entrevista:

 

–¿Cree usted, Zabaleta, que se volverá a la reproducción exacta de lo real o que, por el contrario, se continuará por los caminos de la vanguardia hacia más extrañas metáforas pictóricas?

–Creo que se volverá a un nuevo realismo aprovechando las experiencias de la Escuela de París.

–¿Militaría usted en ese nuevo movimiento, o continuará desatando su fantasía frente al hecho ordenado y real de lo viviente?

–Pienso que me ceñiré en lo futuro más a lo real. Es más, voy a intentarlo. Todos esos cuadros que está usted viendo han sido hechos de memoria, claro que inspirados en objetos y personas reales; pero me mueve obsesivamente la idea de realizar obra directa de la realidad con modelo vivo.

–¿Se preocupa mucho usted por la arquitectura del cuadro?

–Muchísimo. Para mí eso es cuestión de análisis cuidadoso, de estudio llevado al rigor; la construcción de cualesquiera de mis obras es para mí siempre objeto de meditación.

 

Poco después pasa Adela Jaume a interesarse por los pintores que Zabaleta prefiere, a lo que este responde:

–Picasso es el maestro universal y tiene las características de genio español, porque no hay duda de que con Goya terminó la gran pintura española. Picasso abre y sugiere, no a una región ni a un país, sino a todo el mundo. No podría hablarse jamás de pintura sin nombrarlo a él en primer término.

–¿Dalí se encuentra también en la lista de sus compatriotas admirados?

–De ningún modo. Dalí realiza, cierto, obra de época, pero no lo considero en lo absoluto, ni gran pintor ni gran dibujante. Su línea es fría, está muerta. No es en forma alguna un creador.

–¿Y qué pintores podría citarme que sean dignos de su consideración, después de Picasso?

–El primero, Miró. Después, Matisse y Braque.

 

La periodista comenta lo que ve en la exposición de Zabaleta y vuelve a preguntarle:

 

Dirigimos nuestras miradas a la magnífica exposición de Zabaleta. La integran cuadros campesinos en su mayoría de alegre y cálido color. Nos recuerdan, cada uno y casi todos, los austeros vitrales románicos, en cuanto a la serenidad de la línea, cruzados de fuertes tiras emplomadas que seccionan a la figura en trozos diversos. También, a los góticos que semejan refulgentes gemas. Y nos parece como si un sol deslumbrante y mediterráneo se filtrara por el grueso cristal y nos envolviera con las luces de mil colores producidas por la rica paleta.

El barroquismo de este pintor salta a la vista por doquier; alardea ostensiblemente de una ornamentación exuberante, de entrelazamiento de objetos y personas de un modo extraño y original. Pero ese barroquismo muy siglo XVII está contenido un tanto por la calculada geometría, razonadora, estática, de procedencia cubista; por los planos sometidos a organización y balance; por la proporción y equilibrio general de la composición a la que no sobra ni falta nada.

Y le decimos:

–Zabaleta, ¿considera usted que hay en su obra una fuerte influencia “picassiana”?

–La hay, es cierto.

–¿Y siente que su obra está “hecha”?, es decir: ¿está satisfecho de lo que ha realizado o cree que aún tiene mucho por hacer?

–Yo creo que el pintor nunca llega a ser un maestro en toda la acepción de la palabra; el pintor es siempre un aprendiz, un amateur.

–¿Cuándo expuso por primera vez?

–El año 1942 en la Galería Biosca, de Madrid.

–¿Triunfó?

–Sí, rotundamente –afirma.

–¿En qué otras ciudades ha expuesto?

–En Barcelona, Venecia, Buenos Aires y Pittsburgh.

–¿No ha expuesto en París?

–No, debido a dos accidentes que tuve en las dos ocasiones que iba a hacerlo, uno de ellos montando una motocicleta.

–¿Piensa ir a Cuba algún día?

–Deseo vivamente conocer La Habana, de la que tengo las mejores noticias y buena impresión.

–Una última pregunta, Zabaleta: ¿esos temas que usted desarrolla en sus cuadros encierran algún símbolo, tienen algún significado oculto?

–Simbolismo precisamente, no, pero algunos de ellos han sido elaborados con sedimentos de recuerdos infantiles, estratos de épocas pretéritas, residuos de cosas que rumiamos y luego devolvemos completamente alteradas en su principio vital. El artista es, a mi juicio, como un sismógrafo que refleja lo suyo y también lo general.

 

Termina Adela Jaume su reseña con una reflexión personal sobre el colorido en la pintura de Zabaleta y sobre su sabiduría excepcional.

4 comentarios:

  1. Es interesante saber que opinaba Zabaleta sobre otros pintores; y sobre todo, la percepción que tenía de si mismo.

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  2. Sorprende la rotundidad y la Valentia con la que Zabaleta se enfrenta a determinadas cuestiones incómodas. La entrevista no puede, ser más interesante

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  3. ¡Gracias, amigo, por tu interés y por tu comentario!

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