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UN ARTÍCULO DE RAMÓN D. FARALDO SOBRE RAFAEL ZABALETA

 

He podido consultar en el Archivo del Museo Zabaleta[i] (Quesada –Jaén–) un interesante artículo de Ramón Descalzo Faraldo[ii] sobre Rafael Zabaleta. Fue publicado en El Globo. Correo de las Artes, suplemento de la revista Arte y Hogar, una publicación madrileña fundada y dirigida por el arquitecto Eduardo Olasagasti que comenzó a editarse en los años 40 por la Editorial Cigüeña.

Portada de un número de Arte y Hogar (1951)


Desgraciadamente no he podido aún determinar la fecha exacta en la que se publicó el artículo, pero me inclino a pensar que corresponde al año 1951, ya que el autor hace referencia a dos importantes exposiciones de la capital: una de Zabaleta y otra de Benjamín Palencia; ambos artistas expusieron en 1951 en el Museo Nacional de Arte Moderno. Zabaleta mostró en aquella ocasión 27 óleos, varios dibujos realizados en París y sus “Sueños en Quesada” (a tinta y pincel), por lo que probablemente Faraldo hable de obras «a todo color y sin color».

Sea cual sea la fecha en que se publicó el artículo, creo que merece la pena transcribirlo aquí para conocimiento general; llama especialmente la atención lo que el autor escribe en su primer párrafo: una valoración, muy atrevida en aquellos momentos, en la que identifica la pintura de Zabaleta con la poesía de Lorca.

Ha despertado asimismo mi interés el párrafo quinto, en el que Faraldo se refiere, también con gran sigilo, al realismo crítico o realismo social de la pintura de Zabaleta: «… su pintura es absolutamente realista. Nada, o casi nada, es falso. Lo que se ha pintado se ha contemplado. El pintor es un testigo. Y si algunas de sus versiones se nos antojan excesivas, no deben atribuirse a la índole de su invención, sino a la índole de la realidad que retratan. Quien conozca la aldeanía española, lo extraordinario de muchos de sus hombres, lugares y actos, se dará cuenta de que Zabaleta puede a veces acercarse a lo caricaturesco; pero también de que sus caricaturas se han hecho del natural».

Se trata sin duda de una forma extremadamente prudente, como exigían las circunstancias políticas y sociales durante la dictadura, de poner de relieve en qué medida Zabaleta refleja la dura realidad del campesinado de una manera que puede parecer “excesiva”, pero que no lo es.

Veamos el artículo completo:

 

Cabecera del suplemento "El Globo". Correo de las Artes.

 

El Globo” Correo de las Artes

LAS ARTES

Por RAMÓN D. FARALDO

MADRID. GUÍA DE EXPOSICIONES

 

Rafael Zabaleta es un pintor popular, como pudo ser popular la poesía de Lorca: por las mismas razones que no pertenecen totalmente al pueblo, aunque el pueblo puede reconocerse en ellas.

Tiene un gran poder descriptivo y narrativo, a pesar de que sus medios sean puramente gráficos y plásticos. Pero cada uno de sus cuadros es una recomposición de lo vivido, o visto, o contado. Yo no conozco relatos tan fuertes, tan minuciosos a la vez, de las cosas y los hechos de su serranía, como estos cuadros, que recuerdan a menudo los carteles con coplas que circulan por ferias y romerías españolas.

Quiero decir que Zabaleta es un gran pintor en la medida que es un narrador excepcional, y que su lenguaje ha conseguido la infrecuente condición de ser asequible a todo el mundo, aunque se haya formado dentro de los más avanzados estilos actuales.

Yo admiro en esta pintura, además del don plástico de su pintor, su especial gracejo. Su salero o su duende. Aquello que el pintor pone por una condición original, de sangre, de nacimiento; ello es lo que le hace inconfundible con cualquier otra pintura de nuestros días, aunque todas nazcan de lo mismo, aunque la coincidencia Picasso-Solana no sea difícil de identificar. Pero la modulación, el tono con que los elementos han sido manejados y articulados, es gracia exclusiva del pintor de Quesada e implica una originalidad verdadera.

Con algún otro pintor, con Ortega Muñoz y Palencia, Zabaleta significa el esfuerzo más hondo por aplicar a una tipología española las victorias del arte internacional. En este sentido, su pintura es absolutamente realista. Nada, o casi nada, es falso. Lo que se ha pintado se ha contemplado. El pintor es un testigo. Y si algunas de sus versiones se nos antojan excesivas, no deben atribuirse a la índole de su invención, sino a la índole de la realidad que retratan. Quien conozca la aldeanía española, lo extraordinario de muchos de sus hombres, lugares y actos, se dará cuenta de que Zabaleta puede a veces acercarse a lo caricaturesco; pero también de que sus caricaturas se han hecho del natural.

Su madurez técnica es absoluta. Está capacitado para desarrollar sus composiciones como quiere. A todo color y sin color, en pardos y al máximo de intensidad de paleta. Figuran en su exposición dos o tres telas de figura, pintadas en ocres, con una gama más sorda de la que es habitual en él, que parece abrir un derrotero inesperado a su obra y en el que, sin duda, esta se hace más eficaz, más honda y tal vez más nuestra.

Su exposición, con la de Benjamín Palencia, ha sido el hecho más importante de esta temporada. Tampoco es una novedad para nadie repetir que Zabaleta es uno de los dos o tres artistas que pueden hacernos suponer la existencia de un arte español vivo y autóctono.



[i] Agradezco a la Dirección del Museo las facilidades que siempre me ofrece para consultar la documentación de su archivo.

[ii] Ramón Descalzo Faraldo fue crítico de arte, escritor y guionista cinematográfico.

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