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UNA OBRA DE RAFAEL ZABALETA EN LA FERIA MUNDIAL DE NUEVA YORK (1964 - 1965)

   La Feria Mundial de Nueva York (Estados Unidos) de 1964-1965 fue una exposición internacional celebrada en Flushing Meadows - Corona Park. Se inauguró el 22 de abril de 1964 y estuvo abierta (durante 2 temporadas de 6 meses cada una) hasta el 17 de octubre de 1965. Aunque no fue reconocida por la Oficina Internacional de Exposiciones, participaron en ella numerosos países y recibió la visita de más de 50 millones de personas. España estuvo representada en un gran edificio diseñado por el arquitecto Javier Carvajal.
   Entre las numerosas instalaciones del pabellón español había una Galería de Arte Contemporáneo en la que cada mes se llevaba a cabo una nueva exposición de arte español contemporáneo destacado, si bien figuras como Picasso, Miró, Dalí y Gris se exhibían permanentemente.

Portada del catálogo de la exposición "Siete pintores de España"

   Una de esas exposiciones, que estaban coordinadas por el Director General de Bellas Artes (Gratiniano Nieto), se tituló “Siete pintores de España” y en ella se mostraron obras de José Gutiérrez Solana, Francisco Lozano, Francisco Mateos, Benjamín Palencia, Gregorio Prieto, Joaquín Vaquero Palacios y Rafael Zabaleta. De Rafael Zabaleta se mostró el óleo “Aceituneras” (1959), que en el catálogo de la exposición figura reproducido e incomprensiblemente titulado “Seeders” (“sembradoras”).

Rafael Zabaleta: Aceituneras (1959)

   Los datos sobre Zabaleta que aparecen en el catálogo son los siguientes:
   “Rafael Zabaleta es otro pintor español que no quiso abandonar su tierra natal. Allí trabajó y produjo la mejor parte de su obra. Originario del corazón de Andalucía, Zabaleta nació y murió en Quesada, muy cerca del nacimiento del río Guadalquivir, en la provincia de Jaén. Solía visitar Madrid regularmente, y también organizaba visitas a París. Durante sus viajes hacía dibujos y tomaba notas que después elaboraba con tranquilidad en su estudio. Zabaleta, sin embargo, fue ante todo un pintor de personajes típicos, de campesinos, gentes del campo en sus fiestas populares y los interiores de sus casas. Murió prematuramente en junio de 1960, en el momento más álgido de su carrera como pintor. Un museo que lleva su nombre ha sido fundado en su pueblo natal con un número considerable de obras del pintor, realizadas a lo largo de toda su vida. El museo ha sido declarado de interés nacional y patrocinado por la Dirección General de Bellas Artes”. (1)
   La Dirección General de Bellas Artes también expuso “Aceituneras” de Zabaleta (junto al “Campesino” de 1957) en la muestra celebrada en el Palacio del Retiro (Madrid, octubre – noviembre de 1964) y titulada «Veinticinco Años de Arte Español». Aquella muestra conmemoraba los llamados “XXV Años de Paz” dentro de un amplio programa de actos cuyo objetivo era mostrar a Franco, no como el vencedor de la contienda, sino como el garante de la paz transcurridos veinticinco años del final de la guerra civil. Ello provocó que numerosos artistas aún vivos se negaran a colaborar en la maniobra propagandística del Régimen y no respondieran a la llamada de Gratiniano Nieto. El Partido Comunista de España se hizo eco de todo ello en la revista “Realidad” (2) y criticó con dureza la inclusión en la muestra obras de artistas ya fallecidos a los que no consideraba afectos a la dictadura. (3)
   Similar carácter propagandístico, cara al exterior, tenía la participación española en la Feria Mundial de Nueva York, cuyo lema era “paz mediante el entendimiento”. El pabellón de España representaba, además, la defensa del sentido imperial y católico que caracterizaba al franquismo. Por eso estaba presidido por una “figura de bienvenida”: la de Isabel la Católica, “primera reina de una España unida y patrona de Colón”, según figura en la guía oficial de la Feria. En la “Sala Histórica” del pabellón figuraban murales gigantes de Joaquín Vaquero Turcios que “representan la fe, la cultura y la evangelización de las Américas españolas”, y se mostraba al público “la Tizona, la espada de batalla de Rodrigo Díaz de Vivar, el guerrero cristiano del siglo XI conocido como El Cid”.
   En esa España se desenvolvió Rafael Zabaleta y triunfó su obra, que -como hemos visto en las referencias que aparecen en el catálogo de “Siete pintores de España”- suele mostrarse desde la oficialidad despojada de su indudable contenido social. Sin duda convenía afirmar que Zabaleta “fue ante todo un pintor de personajes típicos, de campesinos, gentes del campo en sus fiestas populares y los interiores de sus casas”. Esa visión folklorista, endulzada (e interesada) de su pintura es la que en buena medida se nos ha transmitido durante años.
   Si en 1964 y 1965 Zabaleta (1907 – 1960) hubiera estado vivo, es muy probable que no hubiera enviado su obra a las exposiciones antes citadas (Veinticinco Años de Arte Español y Feria Mundial de Nueva York). Desde mediados de los años 50, el pintor había asumido un notable grado de compromiso con la oposición democrática a la dictadura y el significado social de su obra estaba siendo reivindicado por organizaciones como el PCE o movimientos artísticos antifranquistas como Estampa Popular. Él debía, además, saber que la participación en aquellas maniobras propagandísticas oficiales nada aportaba a la difusión de su obra; más bien, perjudicaba su imagen en los ambientes en los que se movía y se valoraba su obra.
   Pero desgraciadamente Rafael Zabaleta ya había muerto y no podía resistirse a la utilización de su pintura por las instituciones de la dictadura ni a que esta se presentara desde la oficialidad como descargada de todo mensaje social y reivindicativo, como una obra puramente decorativa, costumbrista y festiva, algo que el propio pintor rechazaba en una entrevista de 1958 cuando señalaba refiriéndose a Andalucía: «De momento, lo mejor es que la pintura que se haga en nuestra tierra no se parezca a la que muchos creen que la representa». (4)

Notas:

(1) Rafael Zabaleta is another Spanish painter who did not wish to leave his birthplace. There he worked and produced the most important part of his work. Originally from the heart of Andalusia, Zabaleta was born and died in Quesada, very near the source of the river Guadalquivir in the province of Jaen.
   He used to visit Madrid regularly and, in the same way, he organized his trips to Pari. During his travels he would make drawins and notes, later to be elaborated slowly in his studio.
   Zabaleta, however, was first and foremost a painter of typical characters, of peasants, country folk at fiestas and of the interiors of peasant homes.
   He died prematurely in June, 1960, when his work at his height. A museum bearing his name has been founded in his native village with a considerable number of his works, executed throughout his whole life. The museum has been declared of national interest and patronized by the General Direction of Fine Arts. (Traducción al español de Libertad Garzón). 

(2) “Los que han acudido a ese Symposion en el que todos los vinos se han mezclado -los de Fraga, los de la «paz franquista» y los del «balance plástico»- seguramente pueden ser encuadrados en varias rúbricas: los colaboradores (expresión de don Gratiniano), los que no sabían, los que consideran que ni el Arte ni el Tiempo (25 años) tienen una dimensión política. En general han acudido en la ambigüedad; en unos casos, quizá no muy valiente; en otros, quizá no muy consciente. Probablemente muchos de ellos, ante lo sucedido, reflexionan ahora.
   En la múltiple diversidad de los que no han asistido aparece un rasgo general y en muchos casos ostensible: que han dicho no a la maniobra.
   Esta descubre la textura de otras maniobras que acechan. La reacción se propone «echarle agua al vino», absorber el pasado, absorber el presente, fagocitar”. (Realidad noviembre-diciembre de 1964, pp. 121-124). 

(3) “Violadores de tumbas. Esa es la realidad. Porque ¿cómo si no meter en el saco de una maniobra propagandística, que trata de ocultar las lacras del presente, a hombres como Ricardo Baroja, Eduardo Chicharro, Pascual de Lara, Solana, Zabaleta, etc.?”. 

(4) “Revista del Mediodía” nº 1. Córdoba, marzo de 1958.

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