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RAFAEL ZABALETA Y LA FAMILIA GALICIA, UNIDOS DE NUEVO EN EL MUSEO DE QUESADA.

 Este artículo se publicó en la "Revista de Información y Cultura" de Quesada (Jaén) con motivo de la Feria y Fiestas de 2021.

     

     La Sala de Amigos del Museo Zabaleta contará en breve con obras de los pintores Francisco Galicia Estévez y de su hijo, José Luis Galicia Gonzalo, generosamente donadas por este último como testimonio de la amistad que les unió a Rafael Zabaleta. Es esta una importantísima aportación a los fondos del Museo que permitirá a sus visitantes disfrutar de las obras de Galicia, padre e hijo. Quesada debe estarles agradecida.

Francisco Galicia: "Santiuste" (1970)


José Luis Galicia: "Hojas" (1954)

     Todo comenzó mientras yo analizaba el contenido de las agendas personales de Rafael Zabaleta. En ellas aparecen más de seiscientos contactos (nombres, direcciones y teléfonos) ubicados dentro y fuera de España. Ello demuestra que, pese a su fama -seguramente justificada- de persona retraída y tímida, Zabaleta tenía una gran capacidad de socialización y sabía relacionarse fuera de Quesada con personas a las que le unían intereses y experiencias vitales comunes.

     Entre esos numerosísimos contactos aparece el pintor Francisco Galicia Estévez (Valladolid 1895 - Madrid 1976), que en la agenda de Zabaleta figura simplemente como «Galicia, Francisco Silvela 69, Madrid». Este dato me permitió localizar a dos de sus hijos: María Luz (Madrid 1934, actriz y bailaora) y José Luis (Madrid 1930, pintor), con los que he podido conversar. Ambos recuerdan que tanto su padre como ellos eran amigos y admiradores de Zabaleta, y que visitaban sus exposiciones, tanto en Madrid como en Barcelona. José Luis me indica que Francisco Galicia compartía tertulia con Zabaleta en el café Gijón, junto a otros muchos artistas (Álvaro Delgado, Eduardo Vicente…) y no olvida las interesantes conversaciones que su padre, él mismo, Zabaleta y Jaime Sabartés mantuvieron durante una comida a la que este último los invitó. María Luz señala que se quedó “sin el cuadro que quería comprar a Zabaleta porque con la amistad lo fue dejando y el pintor murió inesperadamente demasiado joven”.

 José Luis Galicia, que tuvo en París una gran amistad con Picasso y con Jaime Sabartés, ha tenido la generosidad de enviar al Museo Zabaleta, y a mí personalmente, una amplísima documentación sobre su padre y también sobre su propio e importante trabajo artístico, así como varias obras gráficas, todo lo cual le agradezco sinceramente.

Francisco Galicia fotografiado por Ángel Ferrant (años 50)

Los primeros contactos entre Francisco Galicia y Rafael Zabaleta debieron producirse en Madrid a principios de los años 30, ya que ambos frecuentaban el Círculo de Bellas Artes, el Museo de Reproducciones Artísticas y diversas tertulias de la capital. Galicia había entablado desde muy joven una estrecha amistad con su admirado Manuel Azaña en el Ateneo madrileño, que era entonces no solo un importante centro científico, literario y artístico, sino también un reducto político donde numerosos socios trabajaban por la implantación de la República.

Esa amistad entre Galicia y Azaña se mantuvo ya siempre; el pintor acompañaría al presidente de la República en sus últimos meses en Montauban (Francia) y estaría junto a su lecho cuando allí falleció en noviembre de 1940. En esos duros momentos y por encargo de la viuda, Dolores Rivas Cherif, se ocuparía incluso de diseñar y hacer labrar la sepultura en la que Azaña reposa. Dolores entregó al pintor el vestuario de su querido amigo para que lo aprovechara; eran días de penuria.

En 1934, tanto Francisco Galicia como Rafael Zabaleta solicitaron participar en las oposiciones a profesor de dibujo para diversos institutos, según figura en la Gaceta de la República de 23 de octubre de ese año. El intento de Zabaleta no tuvo éxito; Galicia, en cambio, sí ejerció como profesor de dibujo en el instituto de Tarancón (Cuenca).

A principios de la guerra civil, Galicia se exilió en París (donde ya había estado en los años 20). Allí se reunieron con él su mujer y sus hijos, una vez evacuado su domicilio de Madrid. Y en 1937 (Zabaleta estaba entonces en Valencia al servicio de la Junta Central del Tesoro Artístico), Galicia colaboró en el montaje de la Sección de Información del Pabellón de la República Española de la Exposición Universal de París, formando parte del equipo de Josep Renau. En dicho Pabellón, Galicia realizó un panel sobre los bombardeos de la guerra de España. Terminada la Exposición Universal, se le entregaron para su custodia algunos documentos y ejemplares de la serie de grabados “Sueño y mentira de Franco”, realizada por Pablo Picasso a fin de recaudar fondos para la causa republicana.

En la capital francesa se integró en el grupo de pintores españoles de la “Escuela de París”, con muchos de los cuales tendría después amistad Rafael Zabaleta. Retrasó su regreso a España hasta 1943 (su familia había vuelto en 1940), preocupado por las consecuencias que pudieran derivarse de su conocida amistad con el presidente Azaña. Se instaló en Madrid y reanudó su actividad como decorador, en la que se había iniciado desde niño con su padre en Valladolid, actividad que alternaba con la pintura de paisajes urbanos. En 1947 trasladó su vivienda y su estudio al número 69 de la calle Francisco Silvela (la dirección que aparece en la agenda de Zabaleta).

Rafael Zabaleta era ya entonces un pintor de éxito y ambos participaban, como indiqué más arriba, en tertulias de artistas e intelectuales como la del Café Gijón. Galicia, en cambio, pintaba en soledad y renunciaba a pugnar en el competitivo ambiente pictórico madrileño. «No me gusta que mis cuadros salgan al mercado, ni que otros los contemplen y juzguen. Ni me gusta entrar en esas ventoleras y competencias, originadas en la vanidad y la codicia»[1], confesó a uno de sus amigos. Solo participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1957, en la que obtuvo una medalla de tercera clase.

Francisco Galicia rompió esa reticencia a mostrar públicamente sus obra para participar en la Exposición Homenaje ofrecida a Zabaleta al cumplirse un año de su muerte por sus amigos pintores de Madrid (1961), hecho que reafirma su amistad con el pintor quesadeño.

Al final de su vida, algunos de sus amigos (especialmente Fernando Chueca y Joaquín Peinado, bien conocidos también por Zabaleta) lograron convencerle de que mostrara sus obras al público. Se organizó una exposición antológica en la Sala Santa Catalina del Ateneo madrileño (1976), y el pintor murió mientras la preparaba, poco antes de su inauguración.

José Luis Galicia con Pablo Picasso (diciembre de 1952)

Su hijo, José Luis Galicia, siguió la tradición paterna y desde finales de los años 40 inició una importante carrera artística como pintor, grabador y escultor, que hoy día continúa. Son numerosísimas las exposiciones individuales que ha realizado, y muy interesantes las publicaciones artísticas y poéticas de las que es autor.

Sus aficiones a la tauromaquia (“toroafición” le llama él en sus recientes creaciones artísticas) y a la poesía le vienen respectivamente de su primo, el torero Carlos Arruza (Carlos Ruiz Camino), y de su tío, el gran poeta León Felipe (Felipe Camino Galicia de la Rosa). Este último le escribía desde su exilio mexicano el 22 de mayo de 1961: «… me gustaría verte. Me gustaría veros a todos… pero, ya ves, Franco es eterno e inmortal. Y ya estoy muy viejo y achacoso, los ojos muy torpes. Tendría que ver Madrid con Lazarillo. ¿Cómo está tu padre? Y Luisa, y Mari Luz y Paco? Os quiero a todos os quise siempre…».

Sería demasiado extenso detallar en este artículo la obra y las publicaciones de José Luis Galicia, pero quien esté interesado en conocerlas puede consultar en el Museo Zabaleta la interesante documentación que él ha enviado para disfrute de todos. No obstante, quiero resaltar una gran obra que realizó en Madrid: la decoración de techos, ábside, cúpula y sotocoro de la Catedral de La Almudena por encargo de Fernando Chueca, quien en 1951 también había contado con Rafael Zabaleta para que realizase algunas de las ilustraciones de su libro titulado El semblante de Madrid.

Quiero, por último, desde estas páginas reiterar públicamente mi agradecimiento a José Luis Galicia por la donación de las obras al Museo Zabaleta, por su enorme generosidad y por su amistad. Agradezco también a la directora del Museo, Rosa Valiente, su colaboración y el entusiasmo con el que ha acogido la donación.



[1] Brasas Egido, J. C.: Francisco Galicia. Revelación y rescate de un pintor vallisoletano de la Escuela de París (1988, p. 23). Valladolid: Banco Bilbao Vizcaya. Catálogo de la exposición de Francisco Galicia celebrada en octubre-noviembre de 1988.

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