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MERCEDES GÓMEZ-MORÁN Y RAFAEL ZABALETA

 

El pasado 24 de julio falleció en Arriondas (Asturias) la pintora Mercedes Gómez-Morán Martínez.

Mercedes nació en San Claudio (Oviedo) el 29 de marzo de 1926. En 1952 se trasladó a Madrid para formarse en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Mujer de espíritu libre e inquieto, viajó en numerosas ocasiones a París, donde conoció de cerca las vanguardias artísticas y fue discípula de André Lhote en su academia del número 18 de la Rue d’Odessa, cerca de la estación de Montparnasse.



Continuó durante toda su vida dedicada a la pintura, y en 2004 recibió la Medalla de Plata del Principado de Asturias.

Mercedes Gómez-Morán: Bodegón (1957)


Hace un par de años, mientras yo revisaba la correspondencia que Rafael Zabaleta conservaba en su casa, encontré cinco amplias cartas y algunas postales enviadas al pintor por Mercedes Gómez-Morán. Son misivas que muestran no solo amistad entre ambos, sino un sorprendente grado de complicidad y confianza entre ellos. Por otra parte, en las agendas de Zabaleta figuran varias direcciones postales de Mercedes en París (ella solía cambiar frecuentemente de residencia en la capital francesa) y un apartado de correos de Oviedo, lo que muestra claramente la continuidad de la relación entre los dos artistas.

Esta documentación me animó a contactar con Mercedes Gómez-Morán, con la que pude conversar el 24 de octubre de 2020. Reproduzco a continuación algunas de las informaciones que ella me facilitó muy amablemente, y digo “algunas” porque ella me pidió expresamente que no publicara ciertos detalles sin mayor importancia, lo que respeto:

 

Conocí a Rafael Zabaleta en Madrid, tal vez en una exposición. Cuando él venía a Madrid, se alojaba en un hotel situado en una bocacalle de Gran Vía (debía referirse al hotel Dardé). Yo iba a buscarlo y tomábamos una cerveza o un vino. Me contaba todas sus penas; estaba muy solo. Era como un padre para mí y me aconsejaba, aunque a veces yo no le hacía caso.

Rafael era un gran pintor, muy buena persona y muy afectuoso. Nos teníamos gran aprecio mutuo. Tenía fama de miserable, pero no era así; lo que ocurre es que la gente sabía que tenía una buena propiedad en Quesada y creía que por eso estaba obligado a invitar, pero él no era tonto… A mí me invitaba, y yo a él.

Fui a París con una amiga que también pintaba. En un transbordo de trenes, me encontré con Zabaleta. Él nos llevó a un hotel que conocía en Montparnasse, donde solía alojarse. Mi amiga le caía muy mal, y por eso a ella no la invitaba nunca. En París, Zabaleta conocía a mucha gente. Solíamos ir al “Select Café”[1].

En París me presentó a Yvonne Ferrié[2], una amiga suya francesa. A Yvonne le gustaba el mundo del arte y a veces pasaba por la academia de André Lhote, a la que yo asistía.

 

Mercedes Gómez-Morán leyendo mi libro "Rafael Zabaleta, un hombre comprometido con su tiempo"

No considero oportuno reproducir íntegramente aquí las cartas de Mercedes a Rafael Zabaleta porque hablando con ella me pareció que no le hubiera gustado que las diera a conocer, ya que recogen detalles irrelevantes de su vida personal que nada de interés aportarían, pero trancribo un fragmento de una de ellas (desde París y sin fecha) que muestra los intereses artísticos que compartían:

 

… He terminado las clases con Lhote y Lhote ha terminado con mi paciencia, todo es teoría y cerebro, me parece extraordinario esto para estudiar, pero muchos días se me apetecía decirle ¡un poco de temperamento por favor!

Me conozco el Louvre estupendamente y no te digo nada de Veheler (tal vez se refiera a Steve Wheeler), he hecho muchísimos dibujos de su cuadro.

La exposición de Picasso fue un verdadero acontecimiento, tenía cuadros que uno no se explica cómo se han podido hacer; hay ahora una estupenda de Zezan (debe referirse a Cèzanne) donde se puede aprender mucho.

En el museo de arte moderno hay un Rufino Tamayo, un cuadro de metro y medio por un metro (no te fíes mucho de mis medidas) un hombre tocando la guitarra en rojos lo mismo el fondo que el hombre es algo maravilloso, tengo un dibujo, ya te lo mandaré, estoy segura de que te gustará, el cuadro, no el dibujo. Hay también un nuevo Campigli que no vale gran cosa y un Portinari bastante interesante, pero como el Tamayo no hay más que Picasso.

[…] Supongo que estarás trabajando mucho y aburriéndote un poco en tu Quesada, te aseguro que yo prefiero vivir miserablemente aquí que estupendamente en España, creo que compensa, bueno tú ya lo sabes.

Ya entiendo un poco de francés, he terminado de leer un libro en francés y me enteré de todo, al cine voy algunas veces al principio salía como entraba pero con dolor de cabeza, ahora ya entiendo algo.

Hoy veré una exposición de Foujita creo que está muy bien.

Dime si quieres alguna cosa de aquí. Hace un tiempo estupendo, ni mucho calor ni mucha lluvia, a veces, como hoy un poco de bochorno.

Bueno Rafael, me acuerdo mucho de ti aunque no te escriba. Nunca olvido la de cosas que hablamos.

Un fuerte abrazo de tu buena pero mala amiga, (firma ilegible).

 

En otra carta (también sin fechar), Mercedes escribe:

 

No sé si después de tu exposición en Madrid te escribí felicitándote supongo que no, pues por aquella fecha fue cuando yo me fui a Barcelona, me alegro mucho de tu éxito, casi como si hubiera sido mío, eso de tener unos amigos pintores tan famosos me pone muy orgullosa espero que yo también lo podré ser algún día, si no habría sido terrible haberse sacrificado tanto. Cuando veo, a mis amigos que se divierten y yo aquí pintando, pienso si esto merece la pena o en que tiene que haber una compensación, de todas las formas, creo que aunque no hubiera compensación yo seguiría pintando, uno es así de idiota.

Un fuerte abrazo y muchas ganas de verte de (firma ilegible).

 

Por último, un fragmento de otra carta escrita en París e igualmente sin fechar:

 

A la anterior exposición de Picasso se ha añadido otra con toda su obra actual, para qué decirte de lo extraordinaria que es, sobre todo en las cosas que ha hecho de sus hijos, es francamente desconcertante el que este hombre todo lo haga bien. En el Museo de arte moderno hay una exposición que me interesa mucho, son dibujos desde Lautrec hasta los cubistas, se ve estupendamente cómo se ha ido avanzando hasta llegar a la época actual. Lo que más me llamó la atención en esta exposición fue un dibujo de Seurat, otro de Lautrec que parecía un Cézanne, un extraordinario dibujo de Derain, un retrato con una amplitud de mural como no te puedes imaginar. Roger de la Fresnaye tenía un bodegón y un retrato muy clarico (cubistas) y muy interesantes como academia. Braque estaba muy bien representado, tenía tres cuadros cubistas muy analíticos y fríos, dos bodegones con sentimiento bastante regulares y tres cuadros de ese grafismo que él hace francamente buenos. Dufy estaba como siempre de superficial y simpático, Matisse tenía un par de dibujos de mujer muy bonitos lo demás no me gustaba. Picasso tenía un retrato de mujer estupendo con un peinado y un vestido muy estudiados. Modigliani un retrato extraordinario, con la mínima expresión de línea y la mayor de plasticidad. Para mí lo mejor han sido el retrato de Derain, un bodegón de Braque y el retrato de Modigliani, a Picasso le dejo aparte.

No sé si te habré dicho que en el Louvre me encontré en una vitrina toda arrinconada y tapada con un paño negro una cabra (es un mural) en color azul claro y tierra de siena de la época asiria. No te puedes figurar lo extraordinaria que es.

[…] Bueno no terminé la carta ayer, estoy en la exposición de Picasso, tiene 13 retratos de jóvenes todos ellos en grises y blancos excepto 3 que son en color los de las niñas (siempre cuadros de ellas pintando) son en violetas, rojos azules y verdes todos ellos. Hay uno de la niña sobre fondo rojo, con un traje verde que es una maravilla.

Yo me iré hacia el día 22 o 23 de septiembre, ya sabes que en octubre tengo que empezar mi cochino servicio social[3], desde aquí he pensado que si voy a uno de esos castillos (el de la Mota por ejemplo) solo tengo que hacer el servicio durante cuatro meses y no 8, de manera que podré volverme otra vez, de esto no sé lo que pensará don César (mi padre) supongo que tendré que ponerme a darle coba y malditas las ganas que tengo de ello. Bueno la cuestión es venir sea como sea.

Por otra parte tengo ganas de pintar y aquí no lo puedo hacer, supongo que tú podrás hacerlo mucho y muy tranquilamente en Quesada, eso me parece estupendo.

Un fuerte abrazo de tu buena amiga (Firma ilegible) 83 rue des Martyrs 4eme etage Paris XVIII.

 

Sirva este artículo como modesto homenaje a Mercedes Gómez-Morán y como muestra de mi agradecimiento por su amabilidad. Fue, Mercedes, una gran satisfacción conversar contigo y conocer de primera mano tu amistad con Rafael Zabaleta. Hasta siempre.



[1] Facilité a Mercedes copia del dibujo que Zabaleta hizo del “Select Café” en 1949, lo que le hizo mucha ilusión.

[2] Según informó a Vicente Ortiz Pilar Ramos Pleguezuelos, Yvonne Ferrié era hija de D. Enrique Ferrié, ingeniero francés en Minas del Marquesado (Granada). Zabaleta conservaba numerosa correspondencia de ella, y en las agendas del pintor aparecen su direcciones de Madrid, París y Minas del Marquesado.

[3] Durante la dictadura, el “servicio social” debía ser realizado por mujeres entre 17 y 35 años, siempre que estuviesen solteras, para poder acceder a un puesto de trabajo o a un título académico y para obtener el pasaporte o el carné de conducir.

2 comentarios:

  1. Demuestras una vez más los vínculos artísticos y de amistad de Zabaleta con los intelectuales de su época. Todos ellos tienen al pintor en notable consideración.

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  2. Respecto a ti, no se te escapa una. Antes de que desaparezcan consigues entrevistarse con artistas que tienen mucho que aportar de la vida y obra del pintor. En este caso las consideraciones de Mercedes Gomez-Moran son sencillas, pero cargadas de belleza.

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