En
un número extraordinario (11.I2) de la revista tortosina «Géminis»[1], Joaquín Marco Revilla[2] publicó (1954) el
interesante artículo que transcribo a continuación. Lo hago con la intención de
que no se pierda en el olvido:
Nos dice
Albert Camus en el «Mito de Sísifo»: «Si
le monde était clair, l'art ne serait
pas". Si la naturaleza, si todo cuanto existe fuera evidente, no habría
lugar para el arte. El arte nace de esta falta de evidencia, de esta oscuridad en
que las cosas se hallan sumergidas. Y el artista, en este caso el pintor, con su
mensaje nos desvela este halo misterioso. Y nos muestra en cualquier cosa -una botella,
por ejemplo- aquello que la hace viva y que nosotros
no creíamos que tuviera.
Zabaleta
es un artista creador. Su pintura, que hoy ha entrado en el remanso de su arte,
descendía en impetuoso torrente cuando fue a París en 1935. Allí, en la efervescencia
de los ismos, se siente llevado por el impulso del arte moderno. Estudia a
Picasso y a Cézanne (de los que hoy se encuentra muy alejado) y conoce los principios
del surrealismo y de la pintura abstracta.
Pero
la verdad pictórica no la encontró Zabaleta en París, entre los maestros del Louvre
o los innovadores de Montmartre, sino en Quesada, su pueblo natal.
Expuso
por primera vez, individualmente, en Madrid, el año 1942. Allí nos entregó sus
inquietudes. En 1943 concurre al «I Salón
de los Once» y en 1944 al II. En 1945 una obra suya
es seleccionada para «Las once mejores obras del año». Y en
la I Bienal parece haber encontrado el remanso, no exento de remolinos, de su joven
pintura. Su última exposición, clausurada el 6 de noviembre, ha tenido lugar en
las Galerías Syra, de Barcelona.
Sus
cuadros son un mensaje de la Andalucía profunda, la de los hondos problemas universales,
la que -nos dice
Zabaleta- es pura
en el alto Guadalquivir. Recordemos «Viejo
campesino», «El cabrero», «Maternidad», de
la última exposición de Barcelona, y «Campesino
comiendo», «Cazadores», etc.,
de la I Bienal.
Zabaleta
domina un colorido vivo y brillante, y algunas veces, cuando llega a lo más hondo
de este color, a lo más depurado de su dibujo, se nos muestra en el mismo
camino que Solana -otro mensajero, pero de Castilla-.
En la
exposición de Galerías Syra me vino a la memoria aquella distinción que Adolf Hildebrand
hacía entre valores arquitecturales y valores funcionales. Los primeros representan
el espacio; los segundos, el sentimiento. Y dice Hildebrand que cuanto mayor
sea el valor espacial y menor el sentimiento –hasta
llegar a anularse-, tanto mayor será el valor de
la pintura. ¿Son valores funcionales o arquitecturales estos de la pintura de
Zabaleta?
Y me
respondía: Zabaleta es un pintor arquitectural, en esta gradación de valores, pero
no por ello existe menos poesía (que también es un sentimiento) en sus cuadros.
Porque la pintura de Zabaleta es equilibrio entre estas dos clases de valores.
Mediante el empleo de temas de preocupación arquitectural resuelve una pintura de
sentimiento. Y no es un sentimiento existente en el cuadro, sino en el espectador
que lo contempla. En esto reside la modernidad de su pintura.
Y añadiré
que Zabaleta vive el paisaje porque vive con el paisaje: un paisaje vivo en el espacio
y en el tiempo. Sus paisajes son de profundidades conseguidas con valores
puramente cromáticos: colocados en primer plano, y, sin embargo, no carentes de
perspectiva.
Llena
de preocupaciones constructivas y simétricas, Zabaleta nos presentó una obra
maestra: «Nocturno con figuras».
Dos figuras femeninas -dos desnudos-, durmiendo,
se destacan en primer término. Al fondo, en la noche, el paisaje: los montes y Ia
luna, todo ello conseguido con azules. Se respira poesía. Verdadera poesía de paisaje
andaluz. Viril, pero no seco como el castellano.
En
el paisaje vivo, entre los árboles, junto a los tipos, se halla el verdadero Rafael
Zabaleta. Sus cuadros no trascienden más allá del marco en que están encuadrados.
Pero ello no es necesario. La realidad es lo suficientemente bella para que exista
en el esteta por sí misma. Y así, el paisaje de Zabaleta, Ia figura de
Zabaleta; serán esto: paisaje y figura de Zabaleta.
Saber
crear belleza es lo propio de artistas. Y sus «Nocturnos», «Composiciones», «Formas
en el paisaje» y algunos bodegones, merecen colocarse en
cualquier Museo de Arte Moderno. Porque Zabaleta se ha encontrado en la pureza de
su propio arte. Su verdadera expresión intelectual es la Pintura.
[1] La revista literaria
y cultural «Géminis» fue fundada en Tortosa (Tarragona) por Gerard Vergés y Jesús
Massip. Entre 1952 y 1961 se publicaron 43 números con una periodicidad
irregular.
[2] Joaquín Marco
Revilla (Barcelona, 1935 – 2020) fue poeta,
crítico literario y filólogo. Catedrático de Historia de la Literatura Española
en la Universidad de Barcelona hasta su jubilación, en 2006 fue galardonado con
la Cruz de Sant Jordi por el conjunto de su obra.
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